La neuroeconomía es una disciplina transversal: muchos la llaman la economía del Prozac. Vendría a ser la inteligencia emocional aplicada a la economía, un cálculo de posibilidades y rentabilidad que tiene en cuenta las emociones o, por decirlo más científicamente, la acción de neurotransmisores y hormonas como la oxitocina a la hora de tomar decisiones, o al menos aquellas que esa ciencia casi exacta no es capaz de explicar ni prescribir.
En 2004 se descubrió que la oxitocina es el agente químico cerebral que nos permite determinar en quién confiar y en quién no. La hormona nos motiva recíprocamente con aquellos que nos muestran confianza, apoyo social, económico o romántico.
En el 2001 se demotró que la confianza interpersonal es el factor más importante que los economistas han descubierto para explicar por qué los países son ricos o pobres: la confianza estimula las inversiones, que producen prosperidad.
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martes, 11 de marzo de 2008
Dime qué sientes y te haré rico
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